03 septiembre 2010

... EN BLANCO

No creo que fueras el futuro amor de mi vida. No creo que hubiera funcionado... y no es por nada en concreto, si no meramente intuición que, al final, es lo único que nos queda.

Creo en ti. No siempre creo en mí. Pero no creo en un nosotros. Realmente no sé muy bien nada... pero ahora no busco, ni espero, ni anhelo, ni encuentro. No creo en nada de lo que he dicho en los últimos años de mi vida. No creo en sentimientos, ni en palabras, ni en acciones desencadenadas. No creo en nada programado, ni inducido.

Estoy como papel blanco. Creo que he tirado mis libretas de experiencias y controversias. He desechado mi afán de predecir y de saber lo que va a suceder en una hora, mañana y el mes que viene. He dejado de mirar hacia atrás para poder anticipar el porvenir. Ahora soy atemporal.

No importa ya ni quien, ni cómo, ni porqué. El espejo en el que constantemente me miraba se ha roto y ahora sólo hay aire. Supongo que para desprenderme de ciertos sentimientos sólo necesitas acumular otros en exceso... acumular hasta que el frasco quiebra y al derramarse, nada queda dentro de él.

Ya no siento, ni padezco. Ni me importa, ni hago porque lo haga. Ni sé, ni quiero saber. Siempre queriendo controlar el presente para saber que había un ahora y un después... para saber qué era lo que deparaba.

Ya no hay penas, ni males, ni dolores pasados, ni presentes. Ahora no hay nada. Y eso no hace que no me sienta viva... si no que me sienta libre.

Todo eso que se dice sobre que el amor es lo que nos hace felices o desdichados. Eso que se dice sobre que es el sentimiento más importante... el amor no es nada... no es nada que nosotros no queramos que sea. Sólo es importante para quien lo desea, porque cree que en algún momento lo tuvo. Y seguramente esa persona ni siquiera lo ha vivido de verdad, si no que lo conoce más de idealizaciones, de oídas, o de pequeños momentos que si fuesen eternos serían amor. Personas que dicen morir de amor, mientras mueren en sí mismos y en sentimientos egoístas.

No sabemos nada. Ni lo que queremos, ni lo que tenemos, ni lo que esperamos.

Nunca seas el slogan de nadie, porque tú eres poesía.

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