07 noviembre 2009

... HELADA NOCTURNA

Fuera caen copos de nieve. Los pinos están tan blancos que parecen señoritos saludándote. Por la tarde he hecho un muñeco de nieve que tiene una manzana de nariz porque no quedaban zanahorias en casa. La leña chispea dentro, en la chimenea encendida. Estoy tumbada en el sofá debajo de una mantita mientras veo La casa del Lago en la pantalla del portátil, y lloro y lloro. Siempre fui una llorona para las películas tontas. Pero no tengo a nadie al lado.

No tienes porque tener el sol a tu lado para entrar en calor. Es cierto que todas pensamos que es lo que toca, que tarde o temprano alguien llegará y todo lo que te ha pasado hasta ahora lo olvidarás para vivir una realidad que es la que tenías que haber vivido desde el principio.

A mí me gusta pensar que todo lo que he vivido me ha hecho tal y como soy. Que si hubiese llorado una lágrima menos de las que han resbalado por mis mejillas, no sería quien soy ahora. Que si hubiese sonreído una vez menos de las que lo he hecho, algo cambiaría. Me gusta creer que cuando tienes un día bueno e irradias felicidad, quien te ve se contagia de ello. Me gusta saber que cuando me cruzo con alguien que sonríe abiertamente por la calle, se me pega la sonrisa. Me gusta recordar que cuando veo a alguien con lagrimillas en los ojos pienso, venga, que no hay quien merezca que tu día se nuble así, guapetona. Y me gusta pensar que todas las veces que se han escapado ríos de agua salada de mis ojos, alguien lo ha pensado.

No me gusta saber que da igual lo mucho que sufras por alguien, porque a esa persona le va a dar igual. No me gusta saber que por mucho que quieras que alguien aparezca, no va a suceder porque tú te tortures pensando en ella. Y no me gusta saber que por mucho que lo pasemos mal, un día algo pasa y simplemente ya no estás aquí, ya nadie te puede ver ni llorar ni reír, ya nadie te puede ver ni hablar ni callar, ya nadie puede pensar que perdiste el tiempo o no.

No me gusta darle vueltas al pasado, lo hecho, hecho está y por algo será que ha sucedido así. No me gusta recordar torturándome pensando que si no hubiese sido como soy no estaría aquí. No me gusta pensar que si recuerdas todo lo que ha pasado a lo mejor encuentras un culpable.

Pero hay algo que sí me gusta. Me gustan las flores de un color diferente cada semana en la entrada de mi casa. Me gusta el sol entrando por la ventana en un día helado de invierno. Me gusta la planta que sobrevive en mi salón como si yo lo hiciese posible. Me gustan los desayunos del domingo con croissant y chocolate de risas con mis padres. Me gustan las tardes de paseos por la montaña. Me gusta la gente que deja salir antes de entrar en el metro. Me gusta encontrar a alguien mirándome y que al descubrirlo me sonría. Me gusta sonreírle a la gente desde el otro lado del vagón. Me gusta levantarme un día habiendo dormido relajada. Me gusta saber de lo que hablo. Me gusta hablar con gente que sabe más que yo de lo que hablamos. Me gustan los ojos azules. Me gusta que me llamen para pedirme consejo. Me gusta que la gente se acuerde de mí. Me gusta darle cariño a las personas. Me gusta ser auténtica.

Creo que la vida merece la pena por todo lo que tú brillas, por todo lo que puedes dar y por todo lo que te pueden ofrecer. Porque no necesitas encontrar un sol que te haga entrar en calor. Porque sólo necesitas quitarte todas las capas que no te permiten darte cuenta de que tú eres el mayor solete que hay.

Soy todo lo que viví, y el resto de lo que fui, lo aprendí con el tiempo. Con ganas de estar aquí para más que sobrevivir, sé que soy lo que sueño.

01 noviembre 2009

... FINGIENDO

Sé que hay gente que tiene tanto miedo de sentir, que finge que quiere. Gente que tiene tanto miedo de no volver a tener a nadie a su lado, que finge que quiere. Gente que tiene tanto miedo de despertar solo, que finge que quiere. Gente que tiene tanto miedo a vivir, que finge que quiere.

Finge que quiere pensando que a fuerza de engañar a otra persona, él mismo se acabará creyendo aquello que tanto desea. Finge que le apetece hacer cosas, finge que piensa en ella, finge que quiere sentirla a ella... pero no se puede fingir el amar. No se puede fingir el brillo de los ojos, ni las caricias furtivas en medio de una conversación con amigos, ni la parálisis que recorre el cuerpo cuando sientes el perfume de su pelo.

Prefiero estar sola antes que vivir una mentira empalagosa, estar sola antes que recibir abrazos que nunca conocieron el calor, estar sola antes que encontrarme con citas forzadas, estar sola antes que mentiras incontroladas que suenan bien.

Nadie dijo que querer fuese fácil, pero de hacerlo, mejor hacerlo de corazón.