19 septiembre 2009

... QUIEN ME ENTIENDA, QUE ME COMPRE

No te entiendes ni tú. Ni tú, ni tu mejor amiga, ni tus padres, ni tu perro. En realidad ellos creen que sí, pero tú no te has dignado nunca a decirles todas las tonterías que puedes llegar a pensar al día. Te ves sola, con el sol acariciando el vello de tus brazos y sola, con el viento susurrándote al oído y sola, con el murmullo arañando tu cuerpo y sola, con el futuro tocando en tu puerta y sola.

Te gustaría dejar de soñar, que tus noches no fuesen más que un cerrar y abrir de ojos. Te gustaría dejar de pensar, que tus días no fuesen más que un salir y entrar de casa. Te gustaría dejar de sentir, que tus agonías no fuesen más que el respirar y expirar de tu aliento.

Quieres huir a un lugar que siempre has anhelado que existiera y al que no estás muy segura que nunca puedas llegar. Quieres huir a una pequeña cueva donde lo que pienses, digas o sientas no importe y así, casi ni exista. Quieres irte sin moverte de tu sitio. Quieres morir sin dejar de respirar. Quieres volverte invisible sin necesidad de una pócima. Quieres quedarte quieta y que cuando te vuelvas a mover nada haya existido. Quieres olvidar y olvidarte de ti misma por un instante, un minuto, una hora, un día. Quieres gritar y gritarte, por ver si así vuelves a reaccionar. Quieres llorarte. Quieres odiarte. Quieres mentirte. Quieres engañarte. Quieres serte infiel. Quieres hacerte todo lo que otros te han hecho antes, y a lo mejor entonces empiezas a pensar en ti sin que nadie más te importe. Quieres despertar de esta eternidad, pero ni siquiera sabes cuando te quedaste tan perdida como para olvidar el sentir del tiempo.

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